Penas para las mujeres que se negaron a amantar a bebes huérfanos.
La Visión de Fray
Alberico de Settefrati. Hacia 1110.
El apóstol San Pedro y dos ángeles muestran al fraile los distinto lugares del infierno y los castigos que sufren los pecadores.
Luego cambié a otro
valle mucho más terrible, lleno de árboles delgados, como palos de sesenta
brazos de largo, todas las partes superiores de las cuales eran como postes muy
afilados y espinosos. De ellos vi a varias mujeres colgadas con senos
perforados, y dos serpientes succionando los pechos de cada una de las mujeres. Esas
mujeres, me dijo San Pedro, que eran aquellas que se negaron a amamantar a los
huérfanos o niños privados de sus madres; o que habiendo fingido darles leche, en realidad no lo hizo. A menudo sucede que un huérfano
queda en manos de un pariente que queriendo salvarlo, lo da a las vecinas o a otras
mujeres para ser nutrido; algunas de estas carecen de compasión y se niegan a criarlo.
Otras, como yo tengo mencionado, prometen amamantar, pero en lugar de eso, con engaños, dejaron que el bebé muriera de
hambre. Ya que un bebe solo puede llorar y gemir, los familiares creen que el bebé estaba suficientemente nutrido de leche y, por lo tanto, no
sabe la verdadera causa de su muerte. Estas mujeres no creen que son culpables
ni siquiera confiesan sus pecados a sus sacerdotes; por eso sufren este castigo.