Los incensarios fueron usados en la Edad Media durante los actos litúrgicos para adorar a Dios. Seguramente antes de las lamparas se usaban braserillos.
La quema de resinas aromáticas se hacía desde la Antigüedad: griegos, romanos, hebreos, etc.
San Isidoro de Sevilla (siglo VI-VII) cita
el incienso y su uso en su obra Etimologías:
«2. El incienso (tus) es un árbol de Arabia, de enorme corpulencia, dotado de abundantes ramas, de una corteza muy suave; sus ramas se asemejan a las del arce; destila un jugo aromático blanco, a manera de almendra, que, cuando se mastica, parece convertirse en polvo, y cuando se parte, muestra un interior lleno de grasa; puesto en el fuego, arde fácilmente. Entre nosotros se denomina masculum por su conformación redonda, a modo de testículos. Existe otro tipo que es plano y bastante áspero, pero de peor calidad. Se adultera mezclándolo con resina o con goma, pero se le reconoce por su propiedad, pues el incienso colocado en el fuego arde, la resina provoca humo, y la goma, al calentarse, se licúa.»
«2. La lengua griega da a thymiama (incienso) esta
denominación, por ser olorosa, pues a la flor que produce olor se la llama thymum.
De él dice Virgilio (Georg. 4,169): «Huelen a tomillo».
3. El incienso recibe tal nombre porque se consume en el
fuego al ser ofrecido.
4. Tetraidos es una clase de incienso de forma
alargada que presenta cuatro pigmentos.
5. Stacten (esencia de mirra) es un incienso que se destila por presión…»
Hubo incensarios de plata colgados en los cruceros.
El botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela es un gran incensario que tiene función litúrgica y ceremonial.
Antonio López Ferreiro,
canónigo de la S.A.I. de Santiago, encontró en el Códice Calixitino
«nunc decoratur cum Capite Beati Jacobi alphei mire magnitudinis in testis argenti deaurati cum multis et magnis lapidibus pretiosis in testis et maxime cum magno turibulo argenteo, a sumitate ecclesie et funibus suspensum per rotas currendo a portale septentrionali usque a portale meridiano pleno carbonibus incenssis cum ture feriendo in utraque parte sumitatis ecclesie, estante antistite in pontificali cum tota procesione ut supra»
En el siglo XV, Luis XI de Francia dona un pebetero de plata, pero este se coloca en la primera mitad del siglo XVI.
En general, durante la Edad Media, los peregrinos podían pernoctar en los santuarios y se acogía a los enfermos. Pero antes de entrar en los templos la gente tenía la obligación de lavarse (realizar abluciones) para purificarse. Cuerpo y alma tenían que estar limpios.
En Santiago de Compostela estaba la «Fuente del Paraíso» donde podían «bañarse» hasta 15 personas.
Será Neira de Mosquera,1852,
quien crea el bulo sobre el uso del botafumeiro surgido para purificar el
ambiente de la catedral, corrompido por las veladas de los romeros.
Por tanto, su función era litúrgica y, al mismo tiempo, también aromatizaba el templo. Su uso NO fue para disimular el mal olor de los peregrinos porque no se lavaban ni se bañaban.
Bibliografía:
- Julio Vázquez Castro: Un delirio de grandeza en la Compostela medieval: Haremos un incensario tan grande que nos tendrán por locos. 2012.
- Juan R. Sanmartín Losada: Física del botafumeiro. 1990.
- Archivium Sancti Iacobi: Botafumeiro e incensarios en la Edad Media. (archivium-sancti-iacobi.blogspot.com)
- Mobiliario liturgico - Google Books