lunes, 26 de febrero de 2018

Sexualidad en la Edad Media: Iglesia, sociedad, mentalidad.


Imagen obtenida aquí


Hablar de sexo y mentalidad en la Edad Media, dejando de lado nuestro modo de ver la vida y nuestros prejuicios, es difícil.

Hace poco leí en un blog que para San Pablo* el sexo era pecado. Esto me recordó ese juego infantil llamado "el teléfono escacharrado": el mensaje original acaba distorsionado tras pasar por una larga cadena de oyentesPero no me voy a remontar a tiempos tan lejanos en los que las primeras comunidades cristianas eran ascetas**: buscadores de la unió completa y perfecta con Dios en un tiempo en el que creían que el fin de mundo estaba a la vuelta de la esquina y que cualquier exceso corrompía el cuerpo y, por consiguiente, el alma. Por supuesto, entre esos excesos estaba la lujuria*** (que no el sexo).

Dicho esto, ¿la Iglesia mantenía una moral sexual restrictiva? ¿Era el sexo peligroso para la salvación del alma? ¿Mantenía bajo un control férreo la vida sexual de la gente? ¿Reprimía cualquier tipo de práctica sexual? ¿Era un dogma que las relaciones sexuales sólo estuvieran encaminadas para la procreación? ¿El sexo era sólo lícito dentro del matrimonio? ¿El sexo tenía que ser ajeno al placer? ¿Se rechazaba la visión del cuerpo, especialmente el de la mujer? ¿Se le tenía miedo al cuerpo desnudo? Y, ¿todos los cristianos siguieron a rajatabla las normas restrictivas sobre la sexualidad? ¿El patriarcado asignaba roles sexuales?

En fin, son muchas preguntas para un trabajo tan breve (además de que alguna más se habrá quedado en el tintero). Por eso, ahora sólo haré una pequeña introducción sobre moralistas, sociedad, sexualidad y mentalidad. Las preguntas ya las iré desglosando poco a poco en otras entradas para esclarecer qué hay de cierto en ellas, qué de mentira o qué de medias verdades.

Vamos a dirigir la mirada hasta el siglo VII como punto de partida. 

Vamos a pensar en una comunidad cristiana, ya extendida por toda Europa, donde el paganismo todavía permanece (y permanecerá, siglo tras siglo, a través de las supersticiones). Donde coexisten otras dos culturas: judía y musulmana. 

Vamos a pensar en una vida en sociedad donde el parentesco, las herencias y la organización de dicha sociedad se tenían que regular por medio de normas para el buen funcionamiento de la misma y evitar conflictos o, al menos, minimizarlos. 
Donde se tienen que crear nuevas leyes según las complejidades que van surgiendo a medida que van cambiando ciertas percepciones y creencias. 
Donde las leyes religiosas son también leyes civiles, o a la inversa. 

Y entre todo esto estaba la sexualidad (un tema que obsesiona incluso hoy en día), y cuya forma de entenderla variará según las factores ambientales y culturales de cada época.

La mayoría de las publicaciones de los clérigos, teólogos, canonistas y moralistas son reflexiones y análisis de lo que están viviendo y sintiendo, y expondrán sus doctrinas basadas en la Biblia, el pensamiento grecolatino y la cultura germana. 

En estos primeros compases de la época goda, algunos cristianos todavía estarán bajo la influencia del ascetismo severo, ascetismo que caracterizó a pequeñas comunidades durante los primeros siglos de la aparición del cristianismo, y que irá difuminándose a medida que van pasando los siglos. Y, esto es importante, estamos ante una sociedad donde, tanto el hombre como la mujer, se casaban sin amor (tema que daría para otro trabajo). Como bien escribió Omar Enrique Cristancho GómezA nadie se le habría ocurrido por aquellas épocas, dejar el matrimonio en manos de algo -según la mentalidad de la época- tan insensato y transitorio como el amor.


Por tanto, los escritos iban dirigidos a una mejora o perfeccionamiento de la espiritualidad, por lo que en ellos se habla de renuncias y de excesos (sin que sea vinculante para el resto de la cristiandad). De lo que estaba bien o de lo que estaba mal.

Para esas comunidades, la voluptuosidad, la lujuria, el placer impedirán que el individuo alcance la perfección, mientras que la continencia y la castidad serán exaltadas. Muy propio para aquellas personas que abrazaban la vida monástica o el celibato. 

Pero también hubo moralistas que rebatirán o se opondrán a aquellas ideas más coercitivas, despojando de connotaciones negativas todo lo relacionado con el sexo. 

En los siglos posteriores, la corrección de la moral sexual variará según la época, se hará hincapié en otros problemas, se debatirá nuevas cuestiones (también las antiguas) y se incidirá o descuidará ciertas normas según las eventualidades o las necesidades del momento.


*Para saber algo más sobre San Pablo y las primeras comunidades ver este trabajo: Los primeros cristianos urbanos. El mundo social del apóstol Pablo de Wayne A. Meeks.  ¡Ah!, y los Hechos de los Apóstoles.

**Ascetismo: Ejercicio y práctica de un estilo de vida austero y de renuncia a placeres materiales con el fin de adquirir unos hábitos que conduzcan a la perfección moral y espiritual.
Misticismo:
1. Estado de perfección religiosa que consiste en la unión o el contacto del alma con la divinidad.
2. Corriente religiosa que propone la unión del alma con Dios por diversos medios (ascetismo, devoción, amor, contemplación, etc.).

***Lujuria: Deseo y actividad exacerbados de cualquier tipo.

Bibliografía (una pequeña muestra):
  • Yan Thomas La división de sexos en el derecho romano.
  • Mariela Fargas Peñarrocha: Cuerpo y matrimonio en la Edad Moderna: la metáfora de la “esposa regalada” y la unidad conyugal.
  • Andrea Vanina Neyra: La magia erótica en el Corrector sive medicus de Burchard von Worms.
  • Isabel Muguruza Roca: Género y sexo en los confesionales de la contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el manual de confesores y penitentes de Martín de Azpilcueta.
  • Leah Otis-Cour, Historia de la pareja en la Edad Media: placer y amor.
  • María Luisa Candau Chacón: Entre lo permitido y lo ilícito: la vida afectiva en los Tiempos Modernos.
  • Raña Dafonte, C.L.: "Corrector et medicus": la ética altomedieval a la luz de los penitenciales.
  • María del Carmen García Herrero y Cristina Pérez Galán: Mujeres de la Edad Media: actividades políticas, socioeconómicas y culturales.
  • Matthews Grieco, Sara F. “El cuerpo, apariencia y sexualidad”.
  • Genevieve Galán Tames: Una mirada a la historia del cuerpo como objeto de estudio de la disciplina histórica.
  • Pilar Cabanes Jiménez:   “La sexualidad en la Europa medieval cristiana.
  • http://blogderomanico.es/07-los-catalogos-de-pecados-de-los-penitenciales/
  • http://saludyromanico.blogspot.com.es/2018/02/nutrix-desbordada-o-la-dama-del-mal.html
  • Ver más aquí: La mujer en el siglo XVI y XVII: realidades y mitos.

lunes, 12 de febrero de 2018

La mujer en el siglo XVI y XVII: realidades y mitos (II)


La gallinera, Loarte, 1626, Museo del Prado, Madrid 

Leí hace poco la siguiente afirmación: «Según las fuentes históricas consultadas, precisamente el oficio de hilanderas era uno de los pocos que les estaba permitidos (a las mujeres)».

En el mes de enero escribí sobre los oficios de las mujeres desde la Edad Media hasta el Siglo de Oro, pero hoy voy a profundizar un poco más sobre este tema durante el siglo XVI y XVII en el mundo urbano. Investigación difícil porque hay pocos artículos que hablen sobre esta cuestión y porque no se solía registrar la profesión de la mujer en documentos públicos.

Tenemos que entender que el trabajo manual o mecánico, es decir, en el que había que utilizar las manos, era visto por los nobles y la alta burguesía como oficios bajos e incluso viles (entendiendo por vil, persona sin valor social). Por tanto, manos blancas jamás se rebajarían a ensuciarse.

Durante el siglo XVI los gremios se empiezan a organizar y se prohíbe tener aprendices femeninos (todo esto se deberá a varias causas, desde económicas, demográficas y sociales). Sin embargo en algunos oficios la mujer seguirá aprendiéndolos en casa. La mujer del maestro (que en general antes había sido hija de artesano) enseñaba y educaba a los aprendices al mismo tiempo que a sus hijos (independientemente de su sexo).  

Por cierto, no debemos olvidar que el matrimonio ya era de por sí un oficio: la casada debía ocuparse de la familia, administrar y conservar los bienes que su marido adquiría, o los que ella adquiriera en el caso de trabajar fuera. Las fabricaciones caseras  (el hogar será el centro de producción de conservas, jabones, afeites...) no solo eran para el autoconsumo también para vender fuera. Podemos entonces hablar de su invisibilidad laboral o de una «economía pseudosumergida». El trabajo doméstico se compagina con trabajo «extradoméstico».

En algunos casos la mujer va a tener cierta libertad: algunas negociaban sin su marido y sin su licencia, participando en el comercio, en la compra-venta o en transacciones en torno a una propiedad. Esto implicaba que debía tener una relativa formación profesional y educativa para desenvolverse libremente, llegando incluso a ser fiadoras en el negocio de alquileres.

En el caso particular de las viudas, éstas llegaban a tener mucha más libertad. Pasaban a ser la cabeza legal de la familia y tenían el control de todos los asuntos del negocio y de los bienes. Podían seguir con el oficio o la industria, aunque, en general, si tenía descendencia masculina quedaba a manos del mismo cuando el varón alcanzaba la mayoría de edad. 

Y ahora voy a poner «algunos» de los oficios que realizaron las mujeres durante el siglo XVI y XVII:

Textil: Criadora de gusanos de la seda. Cardadora. Urdidora. Peinadora. Tejedora. Hilandera. Bordadora. Devanadora. Cogedera. Cordonera. Toquera. Encajera. Botonera. Tintorera. Sedera. Zapatera. Calzonera. Costurera. Lavandera. Plumera. Espartera. Cestera. Encañadora. Cogedera. Cordonera. Ropera o madre ropera...

Comestibles: Mesonera. Tabernera (bodeguera). Pescadera. Carnicera. Vendedora aceite. Frutera. Especiera. Sidrera. Confitera. Escabechera. Quesera. Sardinera. Gallinera...

Cerera.

Platera.

Arrendadora.

Sirvienta o moza de servicio.

Vendedora sin tienda fija.

Impresora.

Cuidadora de iglesias. Portera. Mandadera de las monjas.

Partera.

Actriz. 

Prostituta.      

Etc.

Y no hay que olvidar las actividades ilegales: tiendas y venta ambulante sin licencia, trabajadores clandestinos fuera de los gremios en lo que también estarían implicadas las mujeres.

Resumiendo: La mujer pasó a un segundo plano en el siglo XVI y XVII, pero podemos afirmar que en determinados oficios o talleres había una (gran) mujer.


Artículo que escribí sobre los oficios que ejercían las mujeres desde la Edad media.

Bibliografía:
  • José Calvo González: Imprentas de viudas en Málaga (siglos XVII – XIX).
  • Mª Jesús Vázquez Madruga: Juana Martínez de Angulo: una impresora de Alcalá de Henares a finales del S. XVI
  • Josefa Leva Cuevas: El trabajo de la mujer en Córdoba en los siglos XV y XVI.
  • http://teresavila.com/node/4962
  • Pedro Miralles Martínez: La sociedad de la seda: comercio, manufactura y relaciones sociales en ...
  • http://www.bne.es/es/Micrositios/Guias/MujeresImpresoras/Siglos_XVI XVII/Seleccion_de_Impresoras/Siglo_XVII/Madrid/
  • Santiago Quesada: La idea de ciudad en la cultura hispana de la edad moderna
  • http://www.chasque.net/frontpage/relacion/0008/memoranda.htm
  • Ver más aquí


martes, 6 de febrero de 2018

La mujer en el siglo XVI y XVII: realidades y mitos.


Suelo leer o escuchar que los hombres del siglo XVI y del XVII consideraban a las mujeres volubles, inestables, de apetencias dudosas. Débiles o frágiles, tanto física como moralmente. Charlatanas. De lengua suelta. Vanidosas. Inferiores. Y, por supuesto, la encarnación del mal (Eva). Pero, seamos sinceros, en algunas de las calificaciones antes mencionadas ¿no es así como se las ha visto en cualquier época y sociedad... como también se las ve hoy en día, sin que sea obligatoriamente un hombre el acusador?

También se suele tachar a todos los moralistas o teólogos de misóginos (que haberlos, los hubo). Como si tener una idea general sobre las debilidades humanas de las mujeres fuera sinónimo de misoginia* o de pensamiento patriarcal**.


Ahora bien, como se suele decir, y no perdamos esto de vista, «una cosa es lo que se desea, y otra lo que sucede» o «la Iglesia va por un lado y la mayoría de los cristianos va por otro». Dos buenos títulos para un estudio como éste.

Mujeres perfectas. Una idealización 
Cuando se habla de la imagen que se tenía sobre la mujer, siempre se recurre al discurso sobre la «moral dominante» en aquellos años, y se citan a varios autores masculinos, eruditos todos ellos, como Pedro Luján, Fray Luis de León, Luis Vives, Vicente Mexía, Enríquez de Zúñiga, etc. o a Quevedo (desgraciadamente metido en todas las salsas). 
Los tratados de teólogos y clérigos solían ser educativos y moralizantes, se basaban en el pensamiento que empezó a imperar tras el Concilio de Trento, donde se intentaba acabar, entre otras cosas, con la crisis de la Iglesia y el relajamiento moral, así como afianzar la  institución del matrimonio y la familia. Para ello, hombres y mujeres, tanto laicos como religiosos, debían ser ejemplos de integridad. Ser y parecer. Tenían unos deberes. Por tanto los escritos eruditos (la mayoría en latín) estaban dirigidos a las clases nobles o las monjas, que debido a su mejor "formación intelectual", tenían la obligación de ser ejemplos a seguir. En ellos se incluían las reglas de comportamiento que debían adoptar las mujeres y la manera de educar a los hijos. 

Pero, ¿cuáles serían realmente los motivos de los moralistas para intentar que la mujer fuera perfecta? ¿Tal vez incitar a las buenas costumbres y afear el carácter impulsivo, charlatán, cambiante, fútil, sensual de algunas mujeres, es decir, se quejaban de lo que veían a su alrededor? o ¿tal vez señalar su falta de juicio o su incapacidad moral e intelectual? 

Para colmo también se tiende a dejar en el tintero que algunos moralistas no decían que todas las mujeres fueran unos «seres insoportables», sino que las individualizaban, es decir, que las había charlatanas, otras volubles, otras vanidosas... Y  extrañamente no se menciona que otros moralistas que exaltaban sus virtudes («filoginia», «ginofilia»). Así como también señalaban,  criticaban, con similar importancia, los vicios de los hombres

Por cierto, también hubo mujeres humanistas. 

Se pide a la mujer que sea obediente, recatada, vergonzosa, honesta, sufrida, discreta, callada, casta, piadosa, humilde..., pero por fin, también debe mostrar una inteligencia vivaz, y, dependiendo del moralista, estar instruida... 

Llegado a este punto, me hago preguntas: ¿qué mujer de la nobleza cortesana, de los altos funcionarios y de la alta burguesía era capaz de reunir todas esas «virtudes»? Empezando por la humildad o la modestia (teniendo en cuenta que el lujo a la hora de vestir era causa de escándalo). ¿Cuántas en fiestas, eventos y regocijos varios conseguían tal autocontrol? La vida encorsetada que hasta ahora nos ha llegado, perfectamente se puede armonizar con una vida más real: que las conductas en el día a día eran más flexibles, y que la idealización de la mujer era más un deseo que un hecho.


Y para finalizar, no se puede dudar (sería ridículo) que hubo mujeres fuertes, con carácter, que se enfrentaban a un mundo difícil (donde poco a poco se las fue apartando de determinadas actividades en el espacio público), pero que al mismo tiempo podían ser charlatanas, volubles, caprichosas, tener apetencias dudosas...

*Misoginia: Aversión a las mujeres.

**Patriarcado: organización social o familiar jerarquizada donde la figura del varón es predominante. La mujer está bajo la tutela de un varón (padre/marido) al considerarse que la mujer es menor de edad. Tanto el hombre como la mujer tendrá un rol asignado.


Bibliografía (una pequeña muestra):

  • Aurelio García López: La princesa de Éboli y Pastrana.
  • Carmen Díaz de Rábag: De vírgenes a demonios: las mujeres y la Iglesia durante la Edad Media.
  • José Deleito y Pieñuela: La mujer, la casa y la moda. (Claro ejemplo de libro que no puede servir como consulta seria sobre la mujer). 
  • Julia Barella: María de Zayas. Desengaños de una mujer contados por una mujer.
  • María Ángeles Hernández Bermejo: La imagen de la mujer en la literatura moral y religiosa de los siglos XVI y XVII.
  • Margarita Ortega López: Una reflexión sobre la historia de las mujeres en la Edad Moderna.
  • Margarita García Barranco: Antropología histórica de una élite de poder: Las reinas de España.
  • Martín Biersack: "Ser y Parecer". La nobleza española y el saber culto en el siglo XVI.
  • María Ruiz Ortiz: Pecados femeninos y vida privada: discursos sobre la conciencia y la vida cotidiana en la España Moderna (ss. XVI-XVIII).
  • Louann Brizendine: El cerebro femenino.
  • Pedro Santonja Hernández: La situación de las mujeres y el matrimonio en la Edad media y en los siglos XVI y XVII.
  • Sacramento Martí: El oficio de mujer en las obras de Juan Luis Vives y Fray Luis de León  
  • Enrique Villalba: La imagen de la mujer en la literatura y la pintura del siglo de oro.
  •  David Fraile Seco: Mujer y cultura: La educación de las mujeres en la Edad Moderna.
  • Elisa García Prieto: «Donde ay damas, ay amroes». Relaciones ilícitas en la corte de Felipe II.