miércoles, 22 de mayo de 2019

Rodrigo de Jerez, el tabaco y la Inquisición: una leyenda que echa humo



En varias páginas de Internet y por la redes sociales encuentro que un tal Rodrigo de Jerez, o Xerez, marinero que viajó con Colón a América, fue encarcelado por la Inquisición a su regreso a España cuando le vieron fumar tabaco. Que se le acusó de brujería porque «sólo el diablo podía dar a un hombre el poder de sacar humo por la boca». Que llegó a estar preso varios años y que cuando lo dejaron libre ¡descubrió que el consumo de tabaco era ya algo habitual! 

También he leído que fue su mujer y los vecinos quienes creyeron que estaba endemoniado y lo denunciaron por echar el demonio por la boca y la nariz. Incluso que su mujer ¡lo encontró fumando a escondidas!

Poco se sabe de Rodrigo de Jerez. Posiblemente fuera morisco y posiblemente estuvo en Guinea junto con otro marinero llamado Luis de Torres (judío converso, conocedor del hebreo, caldeo y algo de árabe). Ambos embarcaron con Colón para llegar Oriente. Será en la isla de  Guanahani, situada al noreste de Cuba, cuando los españoles vieron a unos indios fumando tabaco.

Tras una larga búsqueda encontré esto: 

1. Revista Atlántida, vol. 13, 1930:

«Rodrigo de Jerez se le ha erigido una estatua en su pueblo natal . Quizás muchos de los lectores ignoren que Rodrigo de Jerez fué el marinero de Colón que al regresar de su viaje al Nuevo Mundo "importó”, para su desgracia, el tabaco y su uso a Europa, donde, según consigna la historia, encontró escasos imitadores y un ambiente más bien hostil.»

2. Lázaro Costa Villavicencio, «Historia cronológica del Perú: 1400-1499», 1963, escribe sobre Rodrigo de Jerez: 

«tomó el hábito de fumar y llevó una gran cantidad de la hoja de la planta de tabaco, con la q hacía cigarros, que fumaba y hechaba (sic) humo por boca y nariz, por lo que fue acusado de herejía y de estar poseído del demonio у fue condenado por esta causa, por el Tribunal de la Inquisición». 

3. José Manuel Rodríguez Gordillo, «Un archivo para la historia del tabaco», 1984, también se hace eco de lo mismo: 

«parece indudable que los primeros fumadores de raza blanca fueron los expedicionarios del segundo viaje de Colón. Y que el primer fumador de Europa fue aquel marinero de Triana a quien sus convecinos denunciaron a la Inquisición...»).

En 1991, el historiador José Luis Comellas, en su «El cielo de Colón: técnicas navales y astronómicas en el viaje del descubrimiento», lo recoge al hablar de Juan Rodríguez de Bermejo, sin aportar el documento inquisitorial: 

«Si es el mismo marinero de Triana que, al regreso del primer viaje, fue acusado ante la Inquisición de tener tratos con el diablo, a causa de que echaba humo por nariz y boca, puede ser el primer hombre blanco que fumó en la historia.» 

También hay una novela sobre este bulo: «El hombre de los demonios en el cuerpo: la increíble historia de Rodrigo de Xerez, primer fumador de Europa» de Aníbal Álvarez, 1995.

En «Tabaquismo. Programa para dejar de fumar» (2002), J.J. Moreno escribe que Rodrigo fue pionero en el cultivo de tabaco ¿?:



Dicho esto, no he encontrado ningún artículo serio (con fuentes primarias) que afirme que el marinero fue encarcelado por la Inquisición, y menos que fuera juzgado por fumar tabaco.

En cuanto a las dos siguientes frases que aparecen en algunos trabajos, y que unos achacan al papa Benedicto XII y otros a Benedicto XIII, hasta el momento no he encontrado los documentos originales (que tendrían que aparecer en latín):

«sólo el diablo podía dar a un hombre la capacidad de echar humo por la boca»

«(el tabaco) engendraba insidiosas ficciones, y sólo Satanás puede conferir al hombre la facultad de expulsar humo por la boca».

Veamos ahora un poco de historia sobre la costumbre de fumar:

Desde la Antigüedad (Apolodoro, Plutarco, Heterodoto, etc.) ya se escribía sobre las funciones curativas mediante la inhalación del humo de ciertas plantas (beleño, cáñamo, plantas aromáticas). En la Península Ibérica se han encontrado pipas  del siglo I a.C. En Roma se fumaba las flores del cáñamo. 

En la Edad Media los musulmanes fumaban plantas herbáceas con sustancias psicotrópicas. En el Sáhara Central se fumaba cáñamo, y en Etiopía se tiene constancia, en los siglos XIII y XIV, que también fumaban plantas de este tipo. 

En el siglo XV hay tratados medicinales en los que se habla de inhalaciones de humo por la boca y por la nariz para curar ciertas enfermedades.

Corominas escribe en su obra, Breve diccionario, 1990, lo siguiente:

En 1624 sí que aparece una bula del Papa Urbano VIII prohibiendo fumar en las iglesias:  

Bibliografía:
  • Alvar Ezquerra, Manuel: Vocabulario de indigenismos en las Crónicas de Indias.
  • Becerra Romero, Daniel: los estados alterados de consciencia y su papel en las culturas de la antigüedad.
  • Corominas, Juan: Breve diccionario etimológico de la Lengua Castellana.
  • Escohotado, Antonio: Historia general de las drogas. 
  • Fisa, Carlos: Palabras que tienen historia.
  • Grau March, Sara y González Lara, Francisco: Ordenanzas de Boticarios en Sevilla. 1591.
  • Micheli-Serra, Alfredo de: Médicos y medicina en la nueva España del siglo XVI
  • Molina, María Mercedes: El cannabis en la historia: pasado y presente.
  • Ramón Fernández, Nuria y Miñano Domínguez, Ana: Pipas de fumar en el puerto de Cartagena (Murcia)
  • Soler Arechalde, Mª Ángeles: El diario de Colón. Aspectos comunicativos y lingüísticos del primer contacto entre europeos y americanos.
  • Valdés Bernal, Servio O.: Breve historia lingüística del tabaco.
  • Nueva lista documentada de los tripulantes de Colón en 1492.
  • El tabaco, terminología
  • El cannabis en la Edad Media




martes, 14 de mayo de 2019

Juan Bautista Confalonieri y la mujer española



1572. Civitatis Orbis Terrarum, Historische, Franz Hogenberg, editado por Georg Braun,  Museum de Frankfurt (detalle)


Esto escribió Juan Bautista Confalonieri, sacerdote italiano que viajó a España entre 1592 y 1597, sobre la mujer española:

«Son de tez blanca, y casi todas con ojos negros, tanto, que si alguna los tiene claros se la considera como algo extraño. Son muy animadas, por la gran libertad de que disfrutan, andando por las calles de noche y de día como caballos corredores; hablan  bien y son prontas en la réplica; cantan bien y trabajan mejor; tienen, sin embargo, tanta libertad, que a veces parece exceden el signo de la modestia y el término de la honestidad. Hablan con todos en la calle, no exceptuando condición alguna de personas, afrontando a todos, pidiendo las colaciones, merienda, cena o comidas, frutas, confituras, comedias y otras cosas semejantes; y un mi amigo me dice que una noche fué comprometido por cierta dama para convidarla a pasteles, y que se comió once reales de ellos...»



Bibliografía:
  • García Mercadel, J.: España vista por los extranjeros. II. Relaciones de viajeros y embajadores (siglo XVI). Biblioteca Nueva. Madrid.
  • Juan Bautista Confalonieri.