No, hoy no voy a hablar del oro. Prefiero hacerlo de uno de mis temas favoritos: la higiene.
Otro mito/bulo es leer (sobre todo en las Redes
Sociales) y escuchar que los conquistadores españoles carecían de higiene; vamos, que no se lavaban porque la gente medieval y la del siglo XVI habían olvidado las más mínimas costumbres higiénicas tan en boga durante la época romana, o que pensaban que la mugre les protegía de las enfermedades. Y es por todo esto que los aztecas
recibieron con incienso a los españoles por el mal olor que desprendían.
Aquí una pequeñísima muestra de todas estas necedades:
En un blog se puede leer este otro disparate:
"El “olor a
mujer honesta” medieval, que los eclesiásticos aplaudían era el producido por
la ausencia de agua y jabón, muy agradable no debía ser. La falta de higiene
reconocida como ‘santa’ la practicaban por igual hombres y mujeres."
El
origen de este mito es difícil de rastrear, pero tal vez comience a principios
del siglo XX. En varios libros dedicados a la historia de la conquista de América, sus autores usan los términos “sorpresa” o “asombro” para señalar la poca limpieza de los españoles al compararlos con
la frecuencia con que se bañaban los aztecas. Pero, tras una búsqueda
en las crónicas de época, leo que el término que usaban los cronistas era “maravilla” que podemos «traducir» también por alegrarse. Por cierto, crónicas en las que no he encontrado nada sobre su falta de higiene o sobre que los indígenas sugirieran que olían mal.
Veamos ahora aquellos datos que han servido para crear el mito:
1. Cédula de los Reyes Católicos
de 1503:
«6. Otrosí, madamos al dicho
nuestro gobernador que luego dé orden cómo los dichos indios no hagan las cosas
como hasta aquí solían hacer, ni se
bañen ni se pinten, ni purguen tantas veces como ahora lo hacen, porque somos
informados que aquello les hace mucho daño.» (1)
Años después todavía los indígenas seguían usando sus baños de vapor:
Francisco López de Gomara escribe
en su obra Historia de la conquista de México (mediados del siglo XVI):
«En las más casas morían todos, y en
muchos pueblos la mitad, que como era nueva enfermedad para ellos, y
acostumbraban bañarse a todos males, bañándose con ellas y tollíanse; y aún tienen por costumbre o vicio entrar
en baños fríos saliendo de calientes, y por maravilla escapava hombre que
las tuviese..»
Fray Jerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica (finales del siglo
XVI):
«De las muchas pestilencias que han tenido los indios de esta Nueva
España después que son cristianos: [...] La causa de morir tantos fue por ser enfermedad no conocida y no saber los
indios el remedio contra viruelas, y no haber aún venido los primeros frailes,
que siempre han sido sus médicos, así corporales como espirituales, y muy
particularmente por la costumbre que ellos tienen de bañarse a menudo, sanos y
enfermos, en baños calientes, con lo cual se les inflama más la sangre, y así
morían infinitos por todas partes.»
2. Noticias sobre los baños de los
indígenas de Mesoamérica.
Hay que tener presente la importancia que le daban al agua. Los baños, sobre todo
aquellos que tenían lugar en temazcallis
o temaczales (baños
de vapor o de sudor) se tomaban principalmente como actos de purificación
del cuerpo y del alma; agua que podía restablecer la salud o la podía minar.
-Pêro
Vaz de Caminha, cartas
a Manuel I de Portugal (1500):
«Allí andaban entre ellos tres o cuatro mozas, bien jovencitas y
gentiles, con cabellos muy negros y largos por las espaldas; y sus vergüenzas,
tan altas y tan cerraditas y tan limpias de las cabelleras que, de que nosotros
las miráramos, no se avergonzaban.»
«El viejo con quien el Capitán había hablado […]
hecho del cual deduzco que se trata de gente bestial y de poco
saber, y por eso tan arisca. Pero a pesar de todo eso andan bien fuertes, y muy
limpios. Y con esto me convenzo cada vez más de que son como aves, o criaturas
del monte, a las cuales el aire les da mejores plumas y mejor cabello que a las
criaturas mansas, porque sus cuerpos son tan limpios y tan gordos y tan
hermosos que no podrían ser más hermosos de lo que son y esto me hace suponer
que no tienen casas ni viviendas en las que se recojan; y el aire en que se
crían los hace así.»
-Relación hecha por el señor Andrés de Tapia sobre
la conquista de México (mediados del siglo XVI): sobre Moctezuma.
«e sabed que siempre lo traían platos nuevos en que
comie, e jamás comie en cada plato más de una vez, ni se vistie ropa más de una
vez; e lavábase el cuerpo cada día dos veces»
-Fray Diego de Landa, Relación
de las cosas de Yucatán (hacia 1566):
«Que se bañaban mucho, no cuidando de cubrirse de las mujeres sino
cuanto podía cubrir la mano.»
«Que
se lavaban las manos y la boca después de comer.»
«Que
eran amigos de buenos olores y que por eso usaban ramilletes de flores y yerbas
olorosas, muy curiosos y labrados.»
«Bañábanse muy a menudo con agua fría, como los hombres, y no lo hacían con
sobrada honestidad, porque acaecía desnudarse en cueros en el pozo [cenote]
donde iban por agua para ello. Acostumbraban, además, de esto bañarse en agua
caliente y fuego y de éste poco, y mas por causa más de salud que limpieza […]
Acostumbraban untarse, como sus maridos, con cierto ungüento colorado, y las
que tenían posibilidad, echábanse a cierta confección de una goma olorosa y muy
pegajosa que creo que es liquidámbar que en su lengua llaman iztah-te y con
esta confección untaban cierto ladrillo como de jabón que tenían labrado de
galanas labores y con aquel se untaban los pechos y brazos y espaldas y
quedaban galanas y olorosas según les parecía; y durábales mucho sin quitarse
según era bueno el ungüento».
-Bernal Díaz del Castillo, Historia
Verdadera de la Conquista de la Nueva España (hacia 1575) (sobre
el uso del incienso haré más adelante una entrada en el blog):
«Y
quiso Dios que topásemos buen agua, y con la alegría y por hartarnos de ella y
lavar paños para curar los heridos, estuvimos espacio de una hora. Y ya que nos
queríamos venir a embarcar con nuestra agua, muy gozosos, vimos venir a un
soldado.»
«De la manera e persona del gran Montezuma y de cuán grande señor era
[…] Era éste muy polido y limpio, bañándose cada día una vez a la tarde»
«Llegamos a una fuente que estaba en
una ladera, […] y de buen reposo nos paramos a lavar y a comer de la miseria
que habíamos habido.»
-Francisco Cervantes de
Salazar, en su obra Crónica de la
Nueva España, su descripción, la calidad y temple de ella, la propiedad y
naturaleza de los indios (1575) escribe sobre Moctezuma:
«Andaba éste siempre muy polido, y a su modo ricamente vestido; era
limpio a maravilla, porque cada día
se bañaba dos veces; salía pocas veces de la cámara, si no era a comer; no se
dejaba visitar de muchos; […] Vivía el Emperador en un palacio […] una hermosa fuente ornamental centralizaba además
el servicio de sus aguas; tenía numerosas salas de ceremonia, cien aposentos de
veinticinco a treinta pies cuadrados de superficie; cien baños. […] Maravillábanse
los españoles de todo este esplendor y les asombraba el contraste con la
pobreza y falta de comodidad de las camas, mantas sobre esteras o heno, o esteras
solas, las más delgadas puestas sobre las más gruesas»
-Fray Bernardino de Sahagún, Historia
general de las cosas de Nueva España (1540 y 1585):
«también la adoraban [una diosa] los
que tienen en sus casas baños ó temazcalis, y todos ponían la imagen de esta
diosa en los baños, y llamábanla Temazcalteci, que quiere decir la abuela de
los baños.»
«Él [un dios] hace la sal y la miel
espesa, y el carbon y la cal, y calienta los baños para bañarse, y hace el
aceite que se llama uxitl; con él se calienta la legía y agua para labar las
ropas sucias y viejas, y se vuelven casi nuevas.»
-Francisco López de Gómara, Historia de las conquistas de Hernando
Cortés (mediados del siglo XVI):
«En
lo demás tienen grandes cabezas á causa de ir destocadas: lávanse mucho y
entran en baños frios en saliendo de baños calientes, que parece dañoso.»
-Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán (noble,
escritor y militar chileno), Cautiverio
feliz (1673):
«Se levantaron luego las más viejas y
salieron al río por agua, de donde volvieron frescas y bañadas, como lo
acostumbran de ordinario, y al punto se pusieron a hacernos de almorzar de lo
que había.»
«En esto salió su padre que iba al río a
bañarse y nos llamó para que fuéramos a hacer lo propio en su compañía. Aunque
a las principios llegué a sentir el imitarles en aquella acción y costumbre,
después me hice tanto al baño de por la mañana, que era el primero que acudía a
él sin repugnancia, porque real y verdaderamente conocí y experimenté ser
saludable medicina para la salud. En todo el curso de mi vida me he hallado tan
fuerte y vigoroso como después que continué aquel ejercicio. Y el haber vivido
después acá con buena salud (a Dios las gracias principalmente) lo atribuyo al
haber quedado acostumbrado a refrescarme de mañana; porque ya que no puedo
ejecutar el baño -por no tener a mano cuando me levanto un cristalino arroyo a
que arrojarme-, me hago echar en la cabeza y en el cerebro un cántaro de agua
serenada, de buen porte, después de haberme lavado los brazos y la cara.»
Dicho
todo esto, ¿olían mal los conquistadores?
Pues, logicamente, dependería de la persona y de las circunstancias: tiempo sin lavarse ni lavar la ropa (sería interesante un estudio serio y profundo sobre la higiene en los barcos), tras una batalla, tras realizar ejercicio, etc.
Y la "sociología del olor", reales o imaginarios, no sólo incluye el olor "del otro", también está sujeto al tipo de vestimenta, los perfumes (tipos de plantas y minerales que se usaban), la relación con animales (caballos), etc.
(1) Esta cita la he visto así escrita en libros y blogs: “No deberán bañarse con tanta frecuencia como hasta aquí
lo han hecho porque, según nuestros informes, les causa mucho daño.”, es decir, mal y sin ponerla entera, lo que lleva a confusión:. ¿Y el "mucho daño" haría referencia a las enfermedades traídas por los españoles?
Bibliografía: