miércoles, 27 de junio de 2018

Don Rodrigo de Luna, arzobispo de Santiago de Compostela: su leyenda negra.


Sepulcro de don Rodrigo de Luna (Imagen obtenida aquí)

Hay quien dice que don Rodrigo de Luna (sobrino de don Álvaro de Luna), arzobispo de Santiago de Compostela en el siglo XV, fue denunciado y juzgado por ejercer el "Derecho de Pernada" (derecho que, cómo ya escribí en un artículo, hasta hoy en día no se ha demostrado que existiera en la Edad Media(1)), ya que secuestró y violó a una joven doncella en su noche de bodas (incluso he llegado a leer que la violó en su ¡propia iglesia!).

Pero veamos los motivos que señalaron al arzobispo como un ser depravado: 


El cronista Diego de Valera relata que don Rodrigo de Luna «fue llamado por el rey(2) a causa de algunas ynformaciones que le fueron fechas de su desonesto vivir... entre otras cosas asaz feas que este arzobispo avia cometido, acaecio que estando una novia en el tálamo para celebrar las bodas con su marido, el la mando tomar la tuvo consigo toda la noche». 

Sin embargo, sólo hay un carta de 1458 en la que el rey Enrique IV llama a don Rodrigo para que reúna a su ejército y acuda a Ecija para una expedición contra los moros en Granada. Don Rodrigo, fiel al rey, exige que en una fecha concreta estuviesen todos los nobles reunidos con sus gentes para la marcha, en caso de no obedecer perderían tierras, señoríos y oficios que tuviesen. Estos apelaron y protestaron contra dicha convocatoria retardando la orden del rey. 

En cuanto a la denuncia y un posterior juicio contra su persona no hay documentos que así lo corroboren

La llamada de Enrique IV coincide justo cuando don Pedro Álvarez Osorio había tomado Santiago y otras villas del Arzobispado (la nobleza gallega era hostil al arzobispo). El conde de Lemos y el conde de Benavente ayudan a don Rodrigo de Luna contra don Pedro. Y ya tenemos tenemos aquí las luchas intestinas donde la propaganda política, mediante rumores falsos o exagerados, es vital para enervar e instigar a la gente contra alguien. Y Diego de Valera, que no simpatizaba con el arzobispo, ayuda con su crónica a caldear el ambiente.

Mucho más tarde, don Alonso Fernández de Madrid(3) escribe en su obra la Silva Palentina (1539-1559):

«En las crónicas también se deuen escribir las malas hazañas como las buenas, porque unas nos convidan a la virtud y las otras nos refrenan de los vicios. Es de saber, que en este tiempo cerca del año MCCCCLVIII, era obispo de Santiago un Don Rodrigo de Luna, sobrino del maestre Don Aluaro de Luna, de quien antes hizimos mención. Este arzobispo era hombre muy vicioso, y hacía cosas muy feas y deshonestas, y entre otras hizo una harto escandalosa, que estando una donzella noble y muy hermosa el día de su boda en el tálamo, antes de la noche, el señor arzobispo parecióle que era bien celebrar él las bodas antes que el marido y vino allí a la casa con gente armada, y públicamente lleuó a la novia a su casa, donde la tuuo algunas noches sin quererla tornar a su marido: los padres se fueron a querellar al rey Don Enrique; el cual le mandó venir a su Corte, y estando él allí mientras el negocio se deliberaba, el conde de Trastámara Pero Alvarez Osorio y otros caualleros le tomaron sus villas y fortalezas, las cuales mientras vivió nunca pudo tornar a cobrar, y assi murió pobre y desheredado segúnd lo merecían sus desonestas costumbres».

En 1592 el padre Juan de Mariana, en su obra Historia de España, también escribe:

«Se halla que por este tiempo D. Rodrigo de Luna, Arzobispo de Santiago, de las mismas bodas y fiestas arrebató una moza que se velaba para usar della mal: grande maldad y causa de alborotarse los naturales, debajo la conducta de D. Luis Osorio, hijo del Conde de Trastamara. En enmienda de caso tan atroz, despojaron á aquel hombre facineroso y malvado de su silla y de todos sus bienes. Su fin fué conforme á su vida y á sus pasos. Lo que le quedó de la vida pasó en pobreza y torpezas, aborrecido de todos por sus vicios, y infame por aquel exceso tan feo»

La leyenda negra está ya en marcha. 


(2) Enrique IV
(3) Acusado ante la Inquisición por luteranismo. 

Bibliografía:
  • Alonso Fernández de Madrid: Silva palentina Palencia : Imp. de "El Diario palentino", 1932-1942.
  • Antonio López Ferreiro: D. Rodrigo de Luna, estudio histórico,
  • Carlos Barros: Derecho de pernada en la Baja Edad Media Cristiana: Rito y Violación.
  • Marta Cendón Fernández: El sepulcro del arzobispo compostelano don Rodrigo de Luna en Iría Flavia.
  • Alfonso Franco Silva: La fortuna y el poder: estudios sobre las bases económicas de la aristocracia castellana: S. XIV-XV.
  • Juan José Bande: Camino de Santiago. Alma y vida de un pueblo.
  • Ana E. Ortega Baún: Sexo, mentiras y Edad Media: el derecho de pernada y el cinturón de castidad en la España Medieval.





lunes, 11 de junio de 2018

ISABEL LA CATÓLICA y LA HIGIENE


Imagen obtenida aquí

Todavía hoy en día se lee y escucha que la reina Isabel la Católica sólo se bañó dos veces en su vida y que en 1491 hizo voto de no cambiarse de camisa hasta que no se tomara Granada. Incluso se pone en su boca esta frase: «No me cambiaré de camisa hasta que reconquistemos Granada». Pero esto de la camisa también se le adjudicó a su bisnieta la infanta Isabel Clara Eugenia, cuando la toma de Ostende, asedio que duró ¡tres años!(1)

Sin embargo, no hay datos históricos, ni crónicas, ni escritos de época que hablen sobre la falta de higiene en ambas soberanas. En cambio sí que escribía el cronista real Hernando del Pulgar sobre Isabel la Católica:

«Era muger muy cerimoniosa en los vestidos e arreos, e en sus estrados e asientos, e en el servicio de su persona».

Luego ya tenemos una pista del cuidado que ponía la reina en su aspecto personal.

Pero voy a exponer los posibles motivos que dieron lugar a esta leyenda «épica» y antihigiénica.

Se dijo de ella que fue mujer sobria, algo que tampoco es cierto. Su confesor, fray Hernando de Talavera, recriminó a la reina que en la entrevista que tuvo con los franceses en Perpiñán luciera vestidos caros, a lo que ella contestó:

«trajes nuebos no hubo ni en mi ni en mis damas ni aun vestidos nuebos, que todo lo que allí vestí abía vestido des que estamos en Aragón».

¿Será esta afirmación el primer cimiento sobre la que se construirá la imagen de mujer sucia? 
Sabemos que la camisa era una prenda que en los inventarios de la reina aparece en un número elevado, indicándose camisas «de toda suerte». También hay abundante ropa blanca. Esto es importante ya que como indiqué en el artículo que realicé sobre la higiene, esta prenda ayudaba a limpiar la piel, siendo además de fácil lavado. Esto, junto con las propiedades bactericidas(2) de las prendas hechas con fibras vegetales o con lanas de buena calidad, permitía tener una piel limpia y sana.

En cuanto a lo del baño, ya está superada la idea de que la gente sólo se bañaba dos veces al año (cuando la bautizaban y el día de la boda) o ¡en toda su vida! Y además, creer que una mujer con menstruaciones mensuales y partos no probaría el agua para limpiarse resulta, como mínimo, ridículo. 
Eso sí, debemos entender que los baños o el aseo no eran como hoy en día, con las comodidades de una bañera fija con sus grifos y ducha (ver el trabajo que hice sobre la higiene).


1489-96. Rodrigo Alemán, Sillería del coro de la Catedral de Toledo


Sigamos:

A principios del siglo XVI aparece una sátira en una obra llamada Carajicomedia, atribuida a fray Ambrosio Montesino o a Juan de la Encina, donde se menciona a una tal Isabel de León sobre la que algunos estudiosos ha especulado que podría referirse a la reina, a la que la sátira también señala como ramera. Estaríamos ante un libelo injurioso contra una persona:

« [...] Ysabel de León, con las Merdufeas,
 y otras mil putas, que van por las mares [...]
La Olivares, cortesana es. No se lee d'ella cosa que de notar sea.
María de Burgos, es jentil muger, algo morena, muy graciosa.
Començó a'ganar su axuár en Medina del Campo;
agora reside en la corte, es abogada de los mercaderes.
Ysabel de León ha sido ramera cortesana;
agora ya es jubilada y los dioses la han convertido en costurera.
Es y á sido tan merdosa, que merece bien ayuntarse a esta conpañía merdusea.»

De todos modos, se dice que la reina pudo morir de un cáncer de útero, por lo que durante sus últimos días debió de desprender cierto mal olor.

También es posible que la vida de austeridad que llevó la reina Isabel de Portugal (1271-1336), y que acabó siendo santificada, contribuyera a crear el mito de esa falta de aseo de la Católica. F. Eiximenis, en el "Carro de la donas" escribe:


Y para terminar, hay que mencionar los escritos épicos de caballería donde un hombre realizaba grandes gestas, siendo un modelo de valentía y de virtudes(3). El caballero juraba eterno amor y fidelidad a una dama, y no era raro que prometiera  no cambiarse de ropa ni asearse hasta acabar felizmente su empresa. Ya tenemos otra piedra para consolidar la imagen de una "sobria" Isabel que quiere emular a esos caballeros "tan románticos". 

Un ejemplo sobre la promesa de no asearse lo tenemos en un poema francés del siglo XII, «Chanson d'Aliscans», donde el caballero dice:

«Señora, no tengas miedo y confía en mi palabra. Juro: hasta mi regreso no cambiaré mi camisa, mis bragas ni mis zapatos, ni me lavo la cabeza. No comeré carne ni estofado; no beberé vino ni bebidas picantes. El agua sola saciará mi sed, y no tendré otro alimento que este gran pan donde se encuentra la paja. No dormiré sobre la pluma y no tendré abrigo ni sábanas ni cortinas, nada más que la tapa de mi silla y el vestido que me he llevado.»

Y otro ejemplo lo tenemos en la conocidísima obra El Quijote. Cervantes nos muestra al Marqués de Mantua, un personaje popular en los romanceros de la época, quien hace el siguiente juramento:

«Juro
De nunca peinar mis canas
Ni las mis barbas tocare,
De no vestir otras ropas,
Ni renovar mi calzare,
De no entrar en poblado,
Ni las armas me quitare,
si no fuere por una hora,
Para mi cuerpo limpiare,
De no comer en manteles
Ni á mesa me asentare
Hasta matar a Carloto.»


1. En este enlace se habla de esta leyenda en la que también se pone en su boca la frase de Isabel la Católica pero cambiando el destino.

2. Esta información se la debo a una seguidora de facebook (recomiendo entrar en ese enlace porque se habla sobre la higiene en la época de los Tudor).

3. Los poemas épicos se dieron sobre todo en tierras francesas durante los siglos del XII al XIV. Son cantares de gestas cuyos héroes tienen todas las virtudes que se esperan de un noble.


Entradas que pueden interesar:


Bibliografía:
  • Govert Westerveld: Juan del Encina, autor de la Carajicomedia.
  • Ana Isabel Carrasco Manchado: Isabel la Católica y las ceremonias de la monarquía. Las fuentes historiográficas.
  • Miguel Á. ZalaMa: Oro, perlas, brocados: La ostentación en el vestir en la Corte de los Reyes Católicos.  
  • MANUAL CONTROL DE CALIDAD EN PRODUCTOS TEXTILES Y AFINES
  • María del Cristo González Marrero: La casa de Isabel la Católica.
  • Libros de caballería.
  • Tarsicio de Azcona: Isabel la Católica: vida y reinado.
  • Padre Tarsicio de Azcona, de Azcona Tarsicio: Isabel la Católica: estudio crítico de su vida y su reinado.
  • Giles Tremlett: Isabel la Católica: La primera gran reina de Europa.
  • Javier Traité y Consuelo Sanz de Bremond: El olor de la Edad Media. Salud e higiene en la Europa medieval. 2024.