martes, 27 de abril de 2021

Mito decimonónico: Cristianismo medieval y Tierra plana

Escribía Lactancio

"Confieso que no sé qué pensar de esa gente empecinada en sus errores y que sostiene sus extravagancias..."

Pero de él hablaré un poco más adelante.

Sabemos que durante la Edad Media los pensadores cristianos continuaron aceptando las teorías griegas de la esfericidad de la Tierra. A partir del siglo XII, las traducciones de obras griegas y árabes dieron a dichas teorías un mayor impulso.

No voy a dar una clase de historia o de astronomía, pero para hablar sobre la redondez de la Tierra hay que remontarse hasta la Antigua Grecia y sus conocimientos. Citaremos a los más importantes, resumiendo muchísimo sus teorías:


Pitágoras (s. V a.C.): se dice que fue el primero que consideró que la Tierra tenía forma redonda, ya que, para él, la esfera era el cuerpo geométrico más perfecto que existía.

Tales de Mileto (s. V-IV a.C.) pensó que la Tierra era un disco bidimensional que flotaba sobre un océa­no infinito.

Platón (s. V-IV a.C.) y las esferas encajadas: el universo era esférico, teniendo como punto central una Tierra redonda y sin movimiento. Idea que tomaría probablemente de la escuela pitagórica. Los Epicúreos (300 a.C.) rechazaban esta teoría.

Eudoxo de Cnido (s. IV a.C.), discípulo de Platón, perfecciona la teoría de las dos esferas encajadas: las esferas, siempre con la Tierra en el centro, se movían “en diferentes direcciones, sentidos y velocidades.”

Aristóteles (s. IV a.C.): En cuanto a la forma y tamaño concluyó que tenía que ser esférico por razones de simetría y equilibrio. El Universo sería una gran esfera limitada por las estrellas. Dentro había varias esferas más pequeñas, y cada una de ellas con los cinco planetas que se conocían.

Eratóstenes de Cirene (s. III a.C.), logró calcular la circunferencia de la Tierra.

Claudio Ptolomeo (s. II d.C.) recopiló todos los conocimientos astronómicos que se conocían, y sacó sus propias conclusiones: la Tierra estaba en el centro del Universo, mientras que los planetas, el Sol, la Luna se movían alrededor de ella. Las estrellas, en posición fija, los rodearía y el “Primer Movil”, sería el elemento que transmitía el movimiento a todo el Universo.

Ahora vayamos a la época tardoantigua. Los conocimientos griegos de la esfericidad no se pierden. La mayoría de los pensadores aceptaron, más o menos, la redondez de la Tierra. Sin embargo, algunos discreparon. Tenemos, por ejemplo, a Lucio Cecilio Firmiano Lactancio (s. III-IV) (sí, el de la frase escrita al principio de esta entrada) que en su obra Instituciones Divinas escribe:

(ver José Rubén Páez Kano: La esfera de la tierra plana medieval como invención del siglo XIX, 2003)

y Cosmas Indicopleustes (s. VI), en su obra Topografía Cristiana escribe 

(ver José Marín Riveros: El mundo como morada: Orden y propósito. 2006.)


Juan Crisóstomo (s. IV-V) y Atanasio de Alejandría (s. IV) se afirman en un Tierra en forma de disco.

Pero otros pensadores y teólogos cristianos no descartan las distintas teorías sobre la forma de la Tierra:

Atenagoras deAtenas (s. II): “El mundo, al hacerse esférico, está confinado dentro de los círculos del cielo.” (ver David Bercot: A Dictionary of Early Christian Beliefs. 1998)

Metodio de Olimpia (s. III-IV): "Dicen que la circunferencia del universo se compara con los giros de un globo terráqueo bien redondeado, siendo la Tierra un punto central. Dicen que como su contorno es esférico,... la Tierra debe ser el centro del universo, alrededor del cual el cielo está girando." (ver David Bercot: A Dictionary of Early Christian Beliefs. 1998)

Arnobio de Sicca (s. IV): "En primer lugar, de hecho, el mundo en sí no es ni derecho ni izquierda. No tiene regiones superiores ni inferiores, ni delanteras ni traseras. Porque lo que sea redondo y delimitado a cada lado por la circunferencia de una esfera sólida, no tiene principio ni fin..." (ver David Bercot: A Dictionary of Early Christian Beliefs. 1998)

Basilio el Grande (s. IV), en Hexaemerón (Los seis días de la creación) escribe:

(ver Cristo es ortodoxo) (Mi agradecimiento al tuitero Ayaxtelmon por encontrarme el dato)

San Agustín de Hipona (s. IV-V), La ciudad de Dios, Libro XVI, capítulo 9:


Y en su obra De Génesis ad litteram: 

“25. Pero si aquella primera luz, esparcida por todas las partes, envolvía la masa terráquea, ya estuviera quieta o diera vueltas a su alrededor, no daba lugar por parte alguna a que sucediera la noche, porque jamás se apartaba la luz para hacerle sitio. ¿O es que estaba hecha de tal forma que ella, dando vueltas, también permitía a la noche, que iba detrás de ella, dar del mismo modo vueltas? Pues estando toda la tierra cubierta por el agua, nada se oponía a que la mole esférica y acuosa tuviera el día por un lado con la presencia de la luz, y la noche por el otro con su ausencia. La noche penetraría en aquel sitio, a partir de la tarde, de cuyo lugar se apartaría la luz a la otra parte.” 

San Isidoro de Sevilla (s. V-VI d.C.), “De Natura Rerum”: Libro de San Isidoro de Sevilla obispo sobre la naturaleza de las cosas al rey Sisebuto:

“Tierra: espesa, sin punta e inmóvil.”

(ver “De natura rerum” Isidoro de Sevilla, Introducción, traducción y notas de Gonzalo Soto Posada)

 Beda el Venerable (s. VII-VIII), De temporum ratione:

“Llamamos la Tierra el globo, no porque la forma esférica se exprese en la diversidad de valles y montaña, antes bien, si todas las cosas se incluyen en el contorno, la circunferencia de la Tierra representa la figura de un globo perfecto… Pues de verdad es un orbe situado en el centro del universo; su ancho es el de un círculo, y no circular como un escudo sino más bien como una pelota, y se extiende desde su centro con redondez perfecta hacia todos lados.” (ver Jeffrey Burton Russell: El Mito De La Tierra Plana. 2014)

Ya en la Edad Media vamos a destacar a:

Hermannde Reichenau (s. XI) que dio instrucciones de cómo medir la circunferencia de la Tierra mediante un astrolabio. (ver Hermanus astrolab)

Santo Tomás de Aquino (s. XIII), Summa theologica:

A diversos modos de conocer, diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el astrólogo como el físico pueden concluir que la tierra es redonda. Pero mientras el astrólogo lo deduce por algo abstracto, la matemática, el físico lo hace por algo concreto, la materia. De ahí que nada impida que unas mismas cosas entren dentro del campo de las materias filosóficas siendo conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiempo, dentro del campo de otra ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la revelación divina. De donde se deduce que la teología que estudia la doctrina sagrada, por su género es distinta de la teodicea que figura como parte de la filosofía.

Gautier de Metz (s. XIII), en su obra "Image du Monde":

"La Tierra es redonda, y si no hubiera obstáculos, un hombre podría recorrerla, como una mosca circula alrededor de una manzana; dos hombres podrían separarse, marchando en direcciones opuestas, uno hacia el Este, otro hacia el Oeste, y se reencontrarían en las antípodas." (ver Juan Romero-Girón: Historia de la cartografía. La evolución de los mapas. Segunda parte. El Mundo medieval de Bizancio al Renacimiento. 2019)

Pierre d’Ailly alrededor del 1410 escribe 5 tomos, siendo el primero, Cosmografía, donde propone la tesis aristotélica de la tierra como redonda:

«El mundo es de forma esférica o redonda y ofrece gran variedad en sus diversas partes.»

Para no alargarme más recomiendo el artículo de Roland Bernhard De-Konstruktion des Mythos’ der flachen Erde, donde pone una lista de pensadores, monjes, teólogos y filósofos que para sostener sus ideas, teorías o cálculos asumían una tierra redonda: 

Teodulfo de Orleans (s. VIII-IX), Rabano Mauro (s. VIII-IX), Juan Escoto Erígena (s. IX), Monje Dicuil (s. IX),  Remigio de Auxerre (s. IX-X), papa Silvestre II (s. X-XI), Arcipreste León (s. X), Notker Labeo (s. X-XI), Guillermo de Conches (s. XI-XII), Honorio de Autun (s. XI-XII), Hildegard de Bingen (s. XII), Pedro Abelardo (s. XII), Philippe de Thaon (s. XII), Bernardo Silvestre (s. XII), Pedro el Comedor (s. XII), Thierry de Chartres (s. XII), Gautier de Châtillon (s. XII), Alain de Lille (s. XII), Lamberto de Saint-Omer (s. XII), Alexander Neckam (s. XII-XIII), Gervasio de Tilbury (s. XII-XIII), Berthold de Ratisbona (s. XIII), Roberto Grosseteste (s. XII-XIII), Juan de Sacrobosco (s. XIII), Tomás de Cantimpré (s. XIII), Vincent de Beauvais (s. XIII), San Alberto Magno (s. XIII), Roberto el Inglés (s. XIII), Roger Bacon (s. XIII), Ristoro d’Arezzo (s. XIII), Maestro Eckhart (s. XIII-XIV), Juan Gil de Zámora (s. XIII-XIV), Perot de Garbelei (s. XIII-XIV),  Cecco d’Ascoli (s. XIII-XIV), Konrad von Megenberg (s. XIV), Nicole Oresme (s. XIV), Geoffrey Chaucer (s. XIV), Toscanelli (s. XV), papa Pio II (s. XV), etc. 

Y para terminar, Ricard Casadesú en su artículo “La Big History como síntesis de la Cosmo-Bio-Antropo-evolución: comienzo del universo y emergencia de la vida” escribe:

«El Principio Cosmológico fue formulado por primera vez por el cardenal Nicolás de Cusa a mediados del s. XV, al describir el universo como una esfera con su centro en todas partes y sus circunferencias en ninguna. El Principio Cosmológico establece que el universo ha de ofrecer el mismo aspecto a todos los observadores posibles, sea cual fuere el lugar en que se encontraren, prescindiendo de las irregularidades locales.»

Bibliografía: