jueves, 11 de mayo de 2023

Lope de Vega y la Inquisición española

 




Siento una especial fascinación por Lope de Vega, no sólo por las magníficas obras que escribió, también por la vida que llevó. Pero admito que no me cae particularmente simpático pues fue hombre adulador por demás, sobre todo con su protector, el duque de Sessa. Fue, además, hombre que tiraba la piedra y escondía la mano. Hombre que boicoteaba al que despuntaba. Hombre que decidía a su antojo y capricho quién estrenaba obra y quién no. Hombre calculador. Hombre ávido de privilegios. Hombre que profesó amores paternales desiguales. Pero, eso sí, hombre que amó con pasión y escribió a lo grande.

Dicho esto, hablaré de una faceta desconocida para muchos, su pertenencia al Santo Oficio, concretamente fue Familiar.

Los Familiares del Santo Oficio eran consejeros laicos. La persona que quería optar a tal distinción debía estar casada, ser persona de honor, honrada y de vida intachable. Tenía que ser hijo legítimo y acreditar limpieza de sangre (todos estos requisitos se aplicaban también a la esposa). Una vez acreditadas estas condiciones el solicitante debía presentar poderes firmados por los inquisidores y un notario. 
El papel del Familiar era ayudar a la Inquisición en su relación con las autoridades locales y preparar los autos de fe, e incluso acompañar al reo durante la aplicación de su castigo. También avisaba de actuaciones sospechosas.

Es de suponer que Lope de Vega se hizo Familiar por los beneficios que obtendría socialmente.
Ah, y es de suponer que haría su trabajo… como buen funcionario.


Bibliografía:


jueves, 13 de abril de 2023

La silla de interrogatorio, un bulo del siglo XIX

 La silla inquisitorial, la silla de las brujas o la silla de interrogatorio:


Otro instrumento adjudicado a la Inquisición española es la silla con clavos. Por supuesto, es un bulo. Y los ejemplares que se ven en los parques temáticos de la tortura son creaciones de la segunda mitad del siglo XX.

Vuelvo a recordar que la Inquisición SOLO usaba el potro, la toca y la garrucha.

Este instrumento se cita, por primera vez, en el libro de Carl Lempens «Geschichte der Hexen und Hexenprozesse», finales del siglo XIX, pero que fue publicado en el 2013. En él no hay fuentes y ni datos que autentifiquen la existencia de la silla.

Más o menos la traducción del alemán de uno de los párrafos sería así:

La sospechosa fue colocada en la silla, completamente desnuda, sobre las espinas, y luego atada alrededor del cuello, ninguno y las piernas, para que no pudiera mover un miembro. También había un rodillo pesado, también denso con púas...

Sobre su autor no se sabe casi nada (si a alguien le interesa indagar le recomiendo la obra de Wolff Thyroweski «Von und über König Friedrich II. von Preußen PHILOSOPHIE UND REGENTENPFLICHTEN: Marginalien aus dem Jenseits zum Gesellschaftsvertrag». 

En 1983 se publica «Catalog of the exhibition of torture instruments, 1400-1800: in the Casermetta di Forte Belvedere, Florence, from May 14 to mid-September, 1983-84», escrito por varios autores, donde tampoco aparecen fuentes.

En 1985 Robert Held y Marcello Bertoni lo publican en castellano: «Inquisición. Instrumentos de tortura desde la edad media a la época industrial».


Es interesante saber que María Amparo Mateo Donet, en su tesis  «Summa supplicia. Escenarios, formas y acciones de la muerte en los martirios cristianos (I - IV d.C.)» (2014) cita la existencia de una silla para abrasar a los condenados en la Antigua Roma.

«Otro mecanismo corriente fue la cathedra o τήγανον, una silla formada por una lámina donde se abrasaba al condenado. Aparece empleada como instrumento de tortura en el relato de martirio de la madre con los siete hijos y en otras referencias de autores de forma general.»


Recomiendo el artículo de Myriobiblon sobre la Inquisición.




 

 

martes, 28 de marzo de 2023

Origen del BOTAFUMEIRO


H. 1280-85. Cantigas de Santa María de Alfonso X el SabioBiblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid (España) (detalle) (imagen obtenida aquí)

Los incensarios fueron usados en la Edad Media durante los actos litúrgicos para adorar a Dios. Seguramente antes de las lamparas se usaban braserillos.

La quema de resinas aromáticas se hacía desde la Antigüedad: griegos,  romanos, hebreos, etc.

San Isidoro de Sevilla (siglo VI-VII) cita el incienso y su uso en su obra Etimologías:

«2. El incienso (tus) es un árbol de Arabia, de enorme corpulencia, dotado de abundantes ramas, de una corteza muy suave; sus ramas se asemejan a las del arce; destila un jugo aromático blanco, a manera de almendra, que, cuando se mastica, parece convertirse en polvo, y cuando se parte, muestra un interior lleno de grasa; puesto en el fuego, arde fácilmente. Entre nosotros se denomina masculum por su conformación redonda, a modo de testículos. Existe otro tipo que es plano y bastante áspero, pero de peor calidad. Se adultera mezclándolo con resina o con goma, pero se le reconoce por su propiedad, pues el incienso colocado en el fuego arde, la resina provoca humo, y la goma, al calentarse, se licúa.»

«2. La lengua griega da a thymiama (incienso) esta denominación, por ser olorosa, pues a la flor que produce olor se la llama thymum. De él dice Virgilio (Georg. 4,169): «Huelen a tomillo».

3. El incienso recibe tal nombre porque se consume en el fuego al ser ofrecido.

4. Tetraidos es una clase de incienso de forma alargada que presenta cuatro pigmentos.

5. Stacten (esencia de mirra) es un incienso que se destila por presión…»

Hubo incensarios de plata colgados en los cruceros. 


El botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela es un gran incensario que tiene función litúrgica y ceremonial.

Antonio López Ferreiro, canónigo de la S.A.I. de Santiago, encontró en el Códice Calixitino (siglo XII), en un margen, una nota del siglo XIV donde se describe la «carrera» de un incensario. Y se dice que formaba parte del acto litúrgico.

«nunc decoratur cum Capite Beati Jacobi alphei mire magnitudinis in testis argenti deaurati cum multis et magnis lapidibus pretiosis in testis et maxime cum magno turibulo argenteo, a sumitate ecclesie et funibus suspensum per rotas currendo a portale septentrionali usque a portale meridiano pleno carbonibus incenssis cum ture feriendo in utraque parte sumitatis ecclesie, estante antistite in pontificali cum tota procesione ut supra»


En el siglo XV, Luis XI de Francia dona un pebetero de plata, pero este se coloca en la primera mitad del siglo XVI.

En general, durante la Edad Media, los peregrinos podían pernoctar en los santuarios y se acogía a los enfermos. Pero antes de entrar en los templos la gente tenía la obligación de lavarse (realizar abluciones) para purificarse. Cuerpo y alma tenían que estar limpios.

En Santiago de Compostela estaba la «Fuente del Paraíso» donde podían «bañarse» hasta 15 personas.


Será Neira de Mosquera,1852, quien crea el bulo sobre el uso del botafumeiro surgido para purificar el ambiente de la catedral, corrompido por las veladas de los romeros



Por tanto, su función era litúrgica y, al mismo tiempo, también aromatizaba el templo. Su uso NO fue para disimular el mal olor de los peregrinos porque no se lavaban ni se bañaban.


Bibliografía: